
La alternativa Unión-PRO propone un ajuste fiscal. La mayor eficiencia al momento de gastar que reclaman implica reducir las erogaciones públicas en un momento del ciclo económico donde se requiere la fórmula inversa. El nivel del gasto agregado para enfrentar la desaceleración en el nivel de actividad debe aumentar y no contraerse.
Macri, De Narváez y Pinedo proponen una política fiscal contractiva disfrazada de progresista al postular la necesidad de revisar la desigual distribución de los subsidios para que “recaigan sobre quienes realmente lo necesitan. No puede ser que se subsidie la compra de aviones de Aerolíneas Argentinas y el consumo de gas a lo largo de la Avenida Libertador”, señaló Triaca. Más allá de ese escudo protector contra el impacto redistributivo de modificar los subsidios, el PRO plantea bajar el nivel de gasto. La reducción eficiente PRO del consumo público tendría un impacto negativo amplificado en materia de recaudación y nivel de actividad.
Lo paradójico del caso planteado es que, para pagar la deuda, una vez que se reduce el gasto, todavía estaría pendiente la necesidad de obtener los dólares requeridos para el pago de las obligaciones denominadas en esa moneda. De Narváez propone comprarlos “del excedente del intercambio comercial”. Para eso el Tesoro debe recurrir al Banco Central y comprar las divisas con la consecuente caída en las reservas. Los compromisos se cancelan, las reservas caen de todas formas y, fundamentalmente, se reduce el gasto público.
La receta PRO parte del diagnóstico elaborado por el economista Carlos Melconian, quien sostiene que la macroeconomía argentina se encuentra en una situación “cuasi ochentista”. El análisis del también ex candidato a ministro de Economía de Carlos Menem, parece no registrar algunos elementos distintivos de la economía post-convertibilidad.
Otra alternativa novedosa dentro del PRO la postula el diputado Federico Pinedo: “Endeudarse a tasas razonables –alrededor del 5 por ciento– en el mercado internacional patrocinados por Brasil” (ver nota aparte). Pinedo no explica qué motivaciones tendría el país vecino para aceptar esa iniciativa o cuál sería el atractivo para el variopinto mercado internacional para colocar deuda en un joint venture entre Argentina y Brasil. Colocar deuda a esa tasa en la actual coyuntura parece imposible.
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